Clausuramos nuestros V Encuentros con creadores con la visita de José Ramón Anda
El reconocido escultor navarro, con más de treinta años de trayectoria creadora ininterrumpida, se encuentra a medio camino entre dos generaciones de artistas vascos, la de los Chillida y Oteiza a la de los Badiola o Irazu. A pesar del reconocimiento del que goza su labor, no es muy conocido por el gran público, ya que siempre se ha posicionado en un plano discreto respecto a medios de comunicación y su presencia pública.
Anda comenzó a relatar sus inicios describiéndose como un artista de oficio, con un proceso básicamente manual y de taller. Pertenece a una familia de tallistas y ebanistas de Bakaiku, lo que le ha supuesto estar siempre en contacto con el trabajo de la madera. Su padre era un ebanista formado en Barcelona en los años 20 y 30, que le inculcó su amor por este material. A principios de los 70 estudió Bellas Artes en Madrid y durante esos años se centró en la representación expresionista del cuerpo humano. Buen ejemplo de ello es la escultura Kirolari zaharra. Completó su formación en la Academia Española de Bellas Artes de Roma y allí se interesó por la obra de destacados artistas italianos contemporáneos como Giacomo Manzú, Marino Marini y Arturo Martini, a los que sigue admirando.
Pese a su formación, abandona la figuración para desarrollar una escultura abstracta que aúna un organicismo extraído de la naturaleza, con planteamientos racionalistas y espacialistas basados en la geometría y en su pasión por la arquitectura. Todo ello cuidando al máximo unos acabados que revelan su gran interés por los aspectos táctiles y sensoriales de la materia. Aunque la madera ha sido el material que más ha trabajado, también trabaja con la piedra, los metales y el hormigón, sobre todo en su obra pública.
Conforme José Ramón Anda mostraba algunas de las obras nos hablaba del pulso con el material. Trabaja a partir de maderas encontradas -castaño, nogal, boj y cerezo-, aprovechando las posibilidades que ofrecen y llevando sus escalas hasta el límite. «Cada madera es diferente, no hay dos piezas iguales. Buscas un tipo de madera determinado. En otros casos, es la pieza la que te sugiere una idea. Esto me pasa sobre todo con los árboles huecos. Estos son los que me dan la idea e intervengo en ellos. Ya son esculturas, tótems».
Comentó, como muchas de sus obras han surgido de noches de insomnio, «esas noches que suelen resultar tan productivas, aunque luego hay que bajar al taller por la mañana y comenzar a hacer bocetos en barro, para ver si realmente se puede sacar partido a esas ideas”, confiesa. En su proceso de trabajo no dibuja, prefiere bocetos directos, “como decía Oteiza, una buena idea, cabe en la palma de la mano”.
A principios de los ochenta fue profesor de Bellas Artes en la Universidad del País Vasco. Como reacción a un ambiente tan teorizado y conceptual comenzó a realizar sus “muebles desde la escultura”. Un tipo de escultura funcional, piezas únicas como: mesas, sillones, bancos, etc…
Continúa con su trabajo diario en el taller aunque no tiene intención –ni interés- en realizar ninguna muestra y sigue acariciando la idea de retomar la figuración. Pese a todo, sus trabajos se pueden encontrar en importantes colecciones y museos sin olvidar la gran cantidad de piezas que Anda ha ido diseminando con gran sutileza por entornos urbanos. Zeharki, en los jardines de la avenida de Satrustegi de Donostia, Homenaje a Juan de Antxieta, en el parque de Iru-bide de Iruñea, Belak, en Bakio, Haizean, (1978-2002) en Tolosa, Zeharki II en Galdakao, La Memoria de Urbasa, en el Parque de Urbasa… También tiene esculturas fuera de Euskadi como Homenaje a Ernest Lluch, en L’ Hospitalet de Llobregat (Barcelona).
http://www.joseramonanda.com
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